El lugar de Espiñeira hace pleno y sus olímpicos en Tokio, criados con vistas a la ría de Aldán, regresan a casa con dos platas colgadas al cuello. Tras la de Teresa Portela, Iván Villar amplió ayer el medallero particular de Cangas. Con tan solo 24 años, se hizo con el metal tras estar convocado como portero de la selección olímpica de fútbol. Villar no jugó minutos, pero formó parte activa del grupo. Todo el entorno del cangués coincide en que la medalla es el resultado del trabajo de un niño que se adentró en el fútbol y cuya trayectoria no ha parado de crecer gracias a su esfuerzo.
La ley reconoce la presunción de laboralidad de los trabajadores que prestan servicios retribuidos de reparto a través de empresas que gestionan esta labor mediante una plataforma digital.